Las clases y sus luchas de norte a sur
(c) REFORMA NOV. 8-07
La lucha entre los intereses de clase continúa, y su carácter depende no de la economía sino de la voluntad política
La variable explicativa
Para entender el predominio actual de la derecha, tanto en México como en Estados Unidos, hay que voltear a Marx de cabeza. En efecto, es la política y no la economía la que determina la naturaleza de la distribución de la riqueza.
Distintos pero parecidos
México y Estados Unidos se parecen entre sí tanto como un oso y un puercoespín, para emplear los términos que eligió el ex embajador norteamericano en México, Jeffrey Davidow, cuando tituló así el libro en que analizó la relación entre los dos países. Sin embargo, aun entre vecinos tan distintos y distantes hay algunas semejanzas históricas que, por excepcionales, vale la pena explorar, pues permiten entender mejor algunos elementos de sus respectivas dinámicas sociales.
Una de esas áreas que alientan la comparación por semejanza entre México y su vecino del norte es la del ciclo histórico de disminución y aumento de la desigualdad social, proceso que, por razones distintas, se inició al mismo tiempo en ambos países en el siglo XX. Aunque en México ese impulso hacia una sociedad más justa empezó a perder fuerza mucho más temprano hoy los dos países han vuelto a coincidir en su tendencia a la desigualdad.
La evolución progresista en el norte
Paul Krugman es profesor de economía y relaciones internacionales de
Su punto de partida es que el desarrollo capitalista por sí mismo no lleva a que, con su maduración, la acumulación de la riqueza se distribuya de manera menos injusta. Según este autor, la idea detrás de la llamada por los economistas "curva de Kuznets" no es que la desigualdad en el capitalismo vaya disminuyendo con el correr del tiempo como resultado natural de las fuerzas impersonales del mercado. Si la desigualdad disminuye es por razones políticas y no por la lógica del modelo económico y así lo confirma la experiencia norteamericana. Fueron factores eminentemente políticos los que disminuyeron, y en muy corto tiempo, en los treinta y cuarenta una desigualdad que se había vuelto endémica.
Fue la crisis política y social provocada por
Las administraciones republicanas de Dwight Eisenhower y Richard Nixon no alteraron ese panorama que prevaleció hasta la llegada de Ronald Reagan al poder en 1981. Bajo su impulso se "descomprimió" a la sociedad norteamericana mediante una política económica de la desigualdad y del retorno a la plutocracia.
Unas cifras simples y contundentes resumen el cambio inicial: sí, en los "alegres 1920" los súper ricos -el 0.1 por ciento de la población- controlaban el 20 por ciento de la riqueza nacional, pero en 1950 ya sólo era propietaria del 10 por ciento. Sin embargo, hoy las cifras de la distribución del ingreso dicen que los privilegiados norteamericanos han recuperado todo el terreno perdido y la clase media está a la defensiva y retrocediendo. La lucha de clases existe y la plutocracia de nuevo la va ganando.
La evolución en el sur
Como ha demostrado una investigación de Mauricio Cruz (tesis de maestría en historia, UNAM, 2006), el "Plan Sexenal" del cardenismo tomó forma de manera independiente del "Nuevo Trato" rooseveltiano. Así, dos populismos -hay que resaltar que aquí el concepto no se usa en términos derogatorios sino en los de la ciencia social- tomaron forma al mismo tiempo, el americano apoyó al mexicano y ambos cambiaron sustantiva y positivamente a sus respectivas sociedades haciéndolas más justas.
La raíz del cardenismo no es realmente
El impulso cardenista fue revertido por Miguel Alemán, aunque todavía sus sucesores se vieron obligados a adoptar elementos del populismo cardenista como ese homenaje que el vicio hace a la virtud. En fin, que la crisis económica de 1982 coincidió con el ascenso rápido, casi vertiginoso, de la derecha neoliberal norteamericana. De
El resultado del cambio mexicano ha sido la combinación de la mediocridad del crecimiento económico con unas de las concentraciones privadas de riqueza más grandes del mundo.
La regresión
Krugman explica que el factor del miedo ha sido determinante para que una parte de la clase media estadounidense haya votado por un Partido Republicano que de Reagan a los Bush ha dado forma a una sociedad muy desigual. En el sur norteamericano se experimentó un miedo racista a la posibilidad de que las políticas redistributivas del Partido Demócrata terminaran por permitir que los descendientes de los esclavos tuvieran una genuina igualdad de oportunidades. Luego, tras la imposibilidad de derrotar cabalmente a los comunistas en Corea, seguido por la persistencia de
Fueron esas pesadillas, y no un mal funcionamiento de la economía ni el entusiasmo de la mayoría por una política de disminución de impuestos a los que más tienen y de debilitamiento del sistema de seguridad social, lo que llevó a buen número de norteamericanos de clase media a apoyar electoralmente a la derecha extrema republicana y poner fin al "Nuevo Trato".
En México, fue la tecnocracia del PRI la primera en usar lo acumulado por el sector público para crear Solidaridad y los programas que le sucedieron, para dar apoyo temporal a los pobres mientras recreaban o afianzaban los monopolios privados -Telmex es el caso más notable pero no el único- junto con las enormes fortunas de la clase política. Y, desde luego, esa derecha también se benefició de los recursos fiscales producto del aumento de los precios del petróleo para impedir una auténtica reforma fiscal. El recambio democrático de la derecha priista por la derecha panista realimentó una legitimidad que ya se tambaleaba. Sin embargo, cuando en el 2006 existió la posibilidad de un triunfo de la izquierda en las urnas, la derecha mexicana, como la americana, usó muy bien el elemento del miedo para recoger el voto de la clase media y de una parte de las clases populares.
El futuro
Krugman confía que la racionalidad del votante de su país, aunada al descomunal fracaso de la política exterior de la derecha radical de su país, vuelva a dar el triunfo al partido demócrata en el 2008 y que ese partido regrese a la política redistributiva del pasado.
En México, el futuro inmediato aparece menos favorable. Sin embargo, nada está escrito. Lo último que debemos de hacer es perder la esperanza de un nuevo vuelco hacia la equidad, aunque debe quedarnos claro que ese cambio no puede provenir de "las fuerzas impersonales del mercado" sino de las muy personales del esfuerzo político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario