La vida está en otra parte
Vienen del sur, del este, del oeste,
con la mirada esquiva del que sabe
y porque sabe desconfía, sólo tienen sus manos
y con ellas se enganchan a la vida.
Víctor Manuel San José (poeta y cantor)
Rosa Esther Beltrán Enríquez
Si en algo se distingue al siglo XXI es por el incremento sin precedentes del fenómeno migratorio. Algunos lo ejemplifican así: Si todas las personas que viven hoy en un país distinto al que nacieron, fundaran uno y se concentraran en él, tal país ocuparía el quinto lugar en población en el mundo.
Asombrados, temerosos, puestos en guardia, los estados receptores crean leyes, dictan medidas para contener y aprovechar los flujos migratorios, mientras que los emisores pretenden ignorarla, la dejan al garete a favor de las inercias, pero celebran las remesas que reciben porque les quitan responsabilidades.
La búsqueda de la tierra prometida se torna cada vez más intensa, pero la tierra prometida parece estar más lejos cada día y parece ser el signo de este siglo que celebra las bondades de la globalización, pero la repudia, la rechaza si esta acompañada de la migración.
Los migrantes son un grupo en la indefensión, no pueden estar representados porque están en movimiento y en dispersión, su presencia está pulverizada en territorios diversos, siempre están en camino, carecen de voz.
En la agenda de los países expulsores y receptores los migrantes no son prioridad, son colocados como un tema incomodo para otras negociaciones, mas para ellos no hay transformaciones integrales porque los estados nacionales no han encontrado su sitio en el laberinto e insisten en ignorar la necesidad de trabajo como causa de la migración y minimizan la necesidad de los trabajadores.
La solidaridad para los migrantes parte de organizaciones civiles que atienden algún aspecto de sus necesidades alimentación, asesoría y defensoría jurídica, albergues, organización de foros, publicación de libros, denuncias, demandas, etc.
El fenómeno migratorio de México
Nuestro país es nación de origen, tránsito y destino de migrantes, son tres vertienete de un mismo fenómeno, es la misma realidad de sombras impulsada por la clandestinidad. El único propósito del migrante es encontrar empleo para mejorar su vida y la de los suyos, pero para el emigrante sin documentos, su aspiración ha sido convertida en motivo de persecución, penalización, abuso y menosprecio. El riesgo de la deportación se cierne de continuo como una guillotina.
En las páginas de Espacio 4 se ha empleado mucha tinta en describir los abusos y penalidades que los migrantes padecen en su tránisto por el país y en particular por Saltillo y Coahuila, porque los migrantes, particularmente los de Guatemala, Honduras y Salvador, deben sortear a malos servidores públicos, delincuentes comunes, secuestradores, agentes de seguridad privada y empleados de ferrocarriles que han encontrado en ellos un botín, y no porque lleven mucho dinero, sino porque son muchos, es la industria del volumen, que de poco en poco, suma grandes cantidades de despojos.
Puesto que México demanda un trato digno a sus migrantes nacionales en el exterior, estaría obligado a la congruencia, pero ella es un factor escaso para con los migrantes extranjeros indocumentados. La legislación migratoria data de hace 33 años, fue elaborada para un contexto absolutamente distinto al que hoy predomina en esta materia. La migración muestra perfiles que antaño le eran ajenos o se manifestaban con debilidad, porque hoy abunda ahí el crimen organizado, la violencia y la violación continua a los derechos humanos.
Los acuerdos y convenios internacionales reconocen los derechos de los migrantes, desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hasta el Pacto de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Internacional para la Protección de todos los Trabajadores Migratorios y sus Familias, pero el amparo que podrían brindar estos instrumentos legales se pulveriza en el contexto sociopolítico de cada país.
En los Estados Unidos la Patrulla Fronteriza mata migrantes y el argumento es la defensa propia de los agentes y que el migrante era traficante y ahí queda todo. En cambio en México ni argumentos se presentan, no hay respuesta oficial a la muerte, las vejaciones y las violaciones, se trata sólo de migrantes, seres de ninguna parte, víctimas de su propia audacia, mueren porque quieren, la decisión es suya.
Así el Estado claudica de su responsabilidad de dar seguridad y garantías a todos los que se encuentren en su territorio, sin importar su condición migratoria.. Según las cifras del Instituto Nacional de Migración, en los últimos 3 años ha asegurado a 215 mil, cifra que sólo es una referencia para medir la magnitud de la migración.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos, en menos de dos años (2005-2006) ha abierto 920 quejas relacionadas con presuntas violaciones, ha documentado casos de migrantes gravemente agredidos por diversos agentes de seguridad pública o privada, víctimas de redes de tratantes de personas que las someten a esclavitud ante la complacencia y complicidad de las autoridades.
El crecimiento de la migración presenta un escenario diverso, confuso y caótico y hasta ahora los hechos muestran la falta de voluntad política de las autoridades para adquirir un compromiso serio para subsanar la anarquía y proteger los derechos humanos de las personas en tránsito que son cientos de miles, por ello es preciso reformar el marco legal migratorio de México para que se despenalice la migración y a los migrantes e incluso analizar si se requiere una ley referida exclusivamente a la migración a fin de garantizar la vigencia de los derechos humanos de las personas en tránsito, nacionales y extranjeros.
Igual, es necesario homologar el marco legal migratorio con los instrumentos internacionales, los mencionados más arriba y la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre las obligaciones de los Estados para con los trabajadores migratorios.
México requiere con urgencia de una política migratoria clara, que evada la tentación de colocar a la migración en la agenda del miedo, de la inseguridad y del rechazo, una que la incluya con precisión en la agenda del desarrollo y los derechos humanos.
Lo que está sucediendo con este gobierno es que está endureciendo las medidas antimigratorias hacia los centroamericanos, el ya famoso Plan Mérida contempla criminalizar el narcotráfico y la migración convirtiéndola en delito territorial, la suspensión del tráfico de trenes a reformado las rutas del migrante echándolo hacia el mar, hacia los ríos y las selvas, con lo cual se elevan los costos en vidas y otros riesgos, aunado a que los polleros se ceban con los migrantes elevando los costos de guía hasta 5 o 10 mil dólares por persona.
Igualmente se incrementa la trata de personas, los menores centroamericanos son una codiciada mercancía; en Piedras Negras este mercado tiene un lugar destacado.
Por otra parte los que han logrado cruzar la línea y llegar al primer mundo, los migrantes pobres de América, distan mucho de encontrarse con la tierra prometida. De acuerdo a información de los medios (27-10-07) los connacionales y centroamericanos están enfrentando una situación desesperada a causa de las redadas que indiscriminadamente amenazan a todos los que parezcan inmigrantes, los que sufren intimidaciones y en muchos casos son deportados perdiendo a sus familias y pertenencias, por lo que están pidiendo respaldo consular del gobierno de México.
Los migrantes que llegan a la Unión Americana enferman a causa de su estatus legal por el stres que enfrentan, que les provoca, en muchos casos, padecimientos como hipertensión, diabestes, males cardiacos, cánceres, etc. A lo que habría que agregar la falta ser servicios de salud que deben enfrentar. En la era en que la movilidad humana se globaliza, lo hace también la miseria que es itinerante.
La migración en Saltillo
Esta ciudad se ha convertido en 6 años en el eje de la protección a los migrantes en la zona noreste del país, es además el eje de la migración centro americana, este es un hecho reconocido por la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Belén, Casa del Migrante es conocida ya en todo México y en Centroamérica. Esto es así gracias a que la principal estrategia de pastoral social de la Diócesis de Saltillo, conducida por don Raúl Vera, Obispo de Saltillo, está dirigida a los grupos vulnerables, a los migrantes en primer lugar.
Las casas del migrante, no todas, son las únicas que aseguran protección y Saltillo es el engranaje que les permite a los migrantes hacerse de una ubicación humana integral; esta ciudad es testigo y actor en este fenómeno de la migración y ha transitado del rechazo a la comprensión y a la solidaridad con este grupo de sujetos históricos.
La migración es un fenómeno que ha humanizado a Saltillo y han sido los más pobres los que han estado presentes para auxiliar a estos sujetos en tránsito, porque en Coahuila la migración ha estado presente en las grandes crisis: la reconversión industrial en la región centro, con la privatización de Altos Hornos de México expulsó a miles de trabajadores a la frontera y de ahí a Texas. Los ejidatarios laguneros igual han emigrado por miles a Acuña y Piedras Negras con sus maquiladoras y los mineros de la carbonífera con el cierre de minas en los ochenta también se han visto obligados a dejar su tierra en busca de trabajo y con él, de la tierra prometida.
Lo anterior deja claro que no es posible ver pasar la miseria e ignorarla, algo, mucho podemos hacer para acompañar solidariamente a estos viajeros en tránsito, entre los cuales quizá un día podrían estar nuestros familiares buscando la tierra prometida.
miércoles, 31 de octubre de 2007
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